Artículo de Beatriz Corredor, ex ministra de Vivienda, con motivo del Centenario de la Casa del Pueblo de Barajas (1912-2012)
Llegué a Barajas en el otoño de 2007, como concejal portavoz del PSOE en el distrito; ilusionada, aunque un tanto abrumada por la responsabilidad que asumía y que estrenaba. Representar a mi partido y a mis vecinos en un distrito que no era el mío de residencia supuso un reto y una tarea apasionante en la que aprendí mucho, no sólo de Barajas y de sus vecinos y vecinas,-que también-, sino sobre lo que significa hacer política desde la cercanía con la gente: eso que se llama en términos coloquiales “patearse la calle”. Y ese aprendizaje me ayudó después en los años que siguieron, como ministra y después como secretaria de Estado de Vivienda, en los que siempre traté de acercarme a las personas a las que iban dirigidas los proyectos del Gobierno en las materias de mi competencia.
Y dentro de esas competencias, una de las quizá menos conocidas es la rehabilitación del patrimonio histórico; es decir, la recuperación de edificios emblemáticos de las ciudades y pueblos que necesitan una intervención para devolverles su uso original o para dotarles de una nueva vida al servicio de los ciudadanos. Cada uno de nosotros tiene guardado en la memoria y en el corazón el recuerdo de un cine, un teatro, una casa, una plaza, quizás una calle, a los que asociamos un momento de nuestra vida que fue importante para nosotros, quizá porque fuimos felices en ellos, quizá porque sufrimos…Yo lo llamo “la memoria emocional” de la gente, tan ligada a su paisaje urbano. A lo largo de mis años de servicio desde el Gobierno, he tenido el privilegio de compartir la emoción de muchas personas al recobrar ese edificio tan querido, cerrado, en muchas ocasiones, durante décadas, y que habían visto deteriorarse año tras año hasta casi perder la esperanza de recuperarlo.
Y aquí, en Barajas, tenemos un ejemplo de todo ello: la antigua Casa del Pueblo. El viejo edificio de la calle del Duque número 29 esconde detrás de sus muros -tan deteriorados- una historia muy ligada al devenir de nuestro país, marcada, como el antiguo pueblo de Barajas, por la guerra civil. Un edificio que, por su historia y su significado, merecería una urgente intervención para rehabilitarlo y dotarle de un uso público que permitiera a los vecinos de este distrito, y por extensión, a todos los madrileños, recuperar una parte de su propia memoria.
La historia política de esta casa comienza el 23 de mayo de 1912, cuando la compra, por quinientas pesetas, la “Agrupación de Trabajadores de Barajas”, representada por Ramón Fernández Gómez y Mariano Sanz Cruzado Maregil, a doña Francisca Martínez de la Fuente, por escritura otorgada ante el Notario que fue de Madrid D. Bruno Pascual Ruilopez. La Agrupación Socialista de Trabajadores Asociados se había constituido años antes, en 1903; pero, hasta la compra de la casa, las reuniones y actos políticos no habían podido celebrarse en una sede propia. Sin embargo, no fue hasta el 22 de junio de 1932 cuando se constituyó propiamente la Agrupación Socialista de Barajas, independiente de la organización sindical, que ingresó oficialmente en el Partido en Noviembre de ese mismo año.
La guerra civil puso fin a esta etapa de actividad política, tal y como ocurrió en toda España; por Decreto de 10 de enero de 1937 se creó por el bando sublevado la Comisión Central de Bienes Incautados por el Estado, que se encargó de dar apariencia de legalidad a los saqueos y ocupaciones de los bienes de las personas, partidos políticos y demás organizaciones que, por acción u omisión, no hubieran apoyado a los sublevados o se hubieran opuesto a la sublevación, y que habían sido declaradas ilegales.
A esta disposición siguieron después la Ley de Responsabilidades Políticas, de 9 de febrero de 1939, que determinó la propiedad definitiva del Estado de estos bienes incautados; la Ley de 23 de septiembre de 1939, que dispuso que los bienes de los sindicatos obreros pasaran a propiedad de Falange española; y el Decreto de la Presidencia del Gobierno de 14 de diciembre de 1940, que creó la Comisión Calificadora de Bienes sindicales marxistas. En aplicación de estas leyes, el 18 de diciembre de 1942 se acordó declarar la Casa del Pueblo de Barajas propiedad de la Delegación Nacional de Sindicatos de F.E.T. y de las J.O.N.S.
La Comisión Central Administradora de Bienes Incautados, integrada en el Ministerio del Movimiento Nacional, no fue nunca disuelta; de hecho, su desaparición no se produce hasta la formación del primer gobierno de la transición, tras las elecciones de 1977. Para las organizaciones políticas, sociales y sindicales afectadas por las incautaciones, la primera restitución física y jurídica se produce con la aplicación de la Ley 4/1986, de 8 de enero, de cesión de bienes del Patrimonio Sindical acumulado, que obligaba al Estado al reintegro de los bienes y derechos que, por virtud de la Ley de Responsabilidades Políticas de 1939, fueron incautados a las Organizaciones sindicales.
El destino de la Casa del Pueblo de Barajas corre así paralelo, como decía al principio, a la historia de nuestro país: en aplicación de la citada ley 4/1986, el 30 de octubre de 1989 fue inscrita su propiedad a favor del Estado, cancelándose la inscripción que aún seguía vigente a favor de la Delegación Nacional de Sindicatos. Sin embargo, más allá de los datos históricos contrastados y recogidos por las diferentes crónicas de la guerra civil, quizá muchos vecinos de Barajas desconocen aún que, durante los largos y oscuros años de la dictadura franquista y de la brutal represión del régimen, uno de sus convecinos ocultó y protegió secreta y celosamente las escrituras de la Casa del Pueblo, arriesgando sin duda su integridad y quizá su propia vida, hasta que, una vez consolidada la democracia, las hizo llegar a la UGT. Así resulta de la carta que el propio Secretario general de la organización, Nicolás Redondo Urbieta, remitió el 12 de septiembre de 1983 a este vecino de Barajas, D. Isidoro Trillo Llorente, agradeciéndole el tesón y la valentía con las que había sabido conservar.
La Casa del Pueblo, por tanto, es hoy propiedad del Estado español. Sin embargo, a pesar de los muchos años transcurridos, se encuentra en una delicada situación de deterioro que compromete su estabilidad. Está cerrada, olvidada, ignorada por muchos de los vecinos de Barajas que pasan por delante sin verla, ajenos al significado que tuvo para su distrito. Sin embargo, esto no tiene porqué seguir siendo así. El Ayuntamiento de Madrid puede y debe ocuparse de recuperar el edificio y devolverlo con un contenido propio a los vecinos de este distrito y, por extensión, a todos los madrileños.
El distrito de Barajas, nacido en 1988, atesora dentro de sus límites geográficos una gran cantidad de hitos históricos que se remontan hasta el Paleolítico que, en su conjunta evolución, han devenido en configurar en la actualidad un espacio de gran valor histórico-cultural. La co-existencia de yacimientos arqueológicos, el Castillo de los Zapata (S. XV), el Parque de “El Capricho” (S. XVIII), el Casco Histórico de Barajas y las instalaciones de la llamada “Posición Jaca” durante la Guerra Civil, con otros referentes más modernos como lo son el propio Aeropuerto y el Parque Juan Carlos I, atestiguan una historia propia de este distrito que denota la importancia social, política y económica del mismo a lo largo del tiempo. La documentación que recoge todo este devenir está, sin embargo, tan dispersa que resulta muy costoso realizar un estudio sobre cualquier época o acontecimiento.
El grupo municipal socialista en Barajas ya propuso, en el Pleno celebrado el 7 de mayo de 2008, poner en valor el patrimonio y las especificidades que desde el punto de vista histórico tiene Barajas como distrito, mediante la creación de un centro de documentación que reúna y haga accesible los múltiples documentos que se conservan sobre dicho patrimonio histórico y cultural; vinculando a ello la propuesta de creación de una hemeroteca de distrito. El Grupo Popular, mayoritario, se opuso en su día a la creación de ambas dotaciones, alegando que ya existen, centralizados, el Archivo de la Villa, la Biblioteca Histórica o la Hemeroteca Municipal, que conservan el patrimonio documental y bibliográfico del municipio de Madrid.
Sin embargo, ahora que la Casa del Pueblo cumple cien años desde su creación como tal, es decir, como punto de reunión y de acogida de los vecinos y vecinas de Barajas, creemos que sería un momento óptimo para recuperar aquella propuesta y, tras rehabilitarlo y adaptarlo, situar en este edificio el Centro de Documentación Histórico y la Hemeroteca sobre el distrito de Barajas. Para ello es imprescindible apelar a la lealtad y a la colaboración institucional entre el Estado, propietario de la casa, y el Ayuntamiento, de manera que el primero pudiera ceder y el segundo rehabilitar el viejo edificio para darle un nuevo contenido al servicio de los vecinos. Es una iniciativa apoyada por la Agrupación Socialista de Barajas, que estoy segura recibiría el respaldo mayoritario de los ciudadanos; y, a buen seguro, daría pleno sentido a todos esos años oscuros de la dictadura durante los que un madrileño de Barajas ocultó y protegió, para beneficio de todos, el título de propiedad de esta nuestra casa del Pueblo.