sábado, 13 de abril de 2013

¿Y si no existiera “El Capricho”?

 Habrá muchas preguntas que los vecinos de nuestro distrito podrán hacerse con mayor o menor fundamento, pero es casi seguro, y por dejar un resquicio a la duda, que a ninguno se le ha pasado por la cabeza plantearse esta. El Jardín Histórico de “El Capricho” es una parte tan consustancial a este distrito, y más al barrio de la Alameda de Osuna, que hablar de éste conlleva ya el pensamiento implícito de aquél. Sin embargo, y hay que acudir a uno de los periodos más oscuros y peor conocidos de la historia de esta magnífica finca, bien pudo dejar de existir o, cuando menos, llegar hasta nuestros días con una morfología bien distinta a la que tiene en la actualidad.

Las fuertes deudas contraídas por Don Mariano Téllez-Girón (1811-1882), XII Duque de Osuna, le obligaron en 1881 a emitir obligaciones hipotecarias por valor de 43 millones de pesetas, lo que para la época era una cantidad desorbitada, las cuales fueron aceptadas por la mayoría de sus muchos acreedores. Los bienes del Duque fueron valorados en 54 millones de pesetas en una operación que gozó del respaldo del Banco de Castilla. Sin embargo, tras la muerte de éste la situación financiera se agravó y la deuda creció de forma considerable hasta tal punto que, que ya en 1894, el Tribunal Supremo dictó sentencia fallando la incautación de los bienes del Don Mariano, en ese momento propiedad de su esposa, la princesa María Leonor de Croy y Loewenstein, en favor de los obligacionistas de Osuna con el fin de que con su progresiva liquidación se satisficieran sus créditos.

Dentro del proceso de liquidación, iniciado en 1896 con una subasta pública de varias obras de arte que atesoraba la familia, se circunscribe un intento de venta por parte de los obligacionistas de la finca de la Alameda de Osuna. Don Honorio Hernández Agero, concejal del Ayuntamiento de Madrid, presentó a principios de 1898 un informe en el que se detallaba el mal estado de los Asilos de San Bernardino, la institución benéfica más importante que gestionaba por aquel entonces el consistorio. El Pleno, a raíz de tal informe, acordó la necesidad imperiosa de construir unos nuevos edificios que albergaran dicha institución; poco después, el 15 de febrero de este año, se convocaba un concurso público con el fin de adquirir terrenos para la construcción de tal edificio. Se recibirían un total de quince propuestas.

 Joaquín de Larrumbide, representando a la comisión ejecutiva de obligacionistas de Osuna, propuso la venta de la finca el 28 de marzo de 1898, fijando un precio de venta de 540.000 pesetas a pagar en cuatro plazos durante tres años (Gustavo Bauer, si embargo, la adquiriría finalmente en 1900 por 250.000 pesetas). La oferta de la comisión al Ayuntamiento se hacía acompañar, al margen de toda la documentación requerida, por un certificado de salubridad expedido por la Junta Local de Sanidad del Ayuntamiento de Barajas, entre cuyos miembros se hallaban el propio alcalde, el párroco, el médico y el veterinario de la villa, fechado el 16 de marzo del año en curso. En certificado se señalaba que la Alameda de Osuna era «uno de los sitios más pintorescos, higiénicos y saludables que hay en la provincia de Madrid».


Tras la recepción de las propuestas, fueron requeridos sendos informes técnicos de la Junta de Sanidad y de la Junta Consultiva del Ayuntamiento de Madrid. El primero de ellos, fechado el 18 de julio de 1898, subrayaba las condiciones de salubridad e higiene que presentaba la finca de la Alameda de Osuna; el segundo, fechado el 1 de agosto siguiente, consideraba que las condiciones de la finca eran las mejores, si bien se hacía hincapié en la necesaria construcción de dependencias para la instalación de los Asilos de San Bernardino, al ser insuficientes los edificios existentes para albergarlos en su totalidad.

Según resolución aprobada el día 4 de agosto de 1898, el Ayuntamiento de Madrid escogía la Alameda de Osuna como el lugar donde se ubicarían los nuevos Asilos de San Bernardino, si bien tal acuerdo nunca llegó a ser definitivo. Poco tiempo después, el concurso se declaró desierto convocándose uno nuevo con una condición excluyente: solo se admitirían a concurso las fincas que se encontraran dentro del término municipal de Madrid, lo que denota que el Ayuntamiento sopesó las dificultades administrativas de gestionar sus propios servicios en otro término municipal que no fuera el suyo.

Una de las preguntas que los vecinos del distrito sí se hacen a menudo es la de porqué Barajas no sigue siendo un municipio independiente como lo fuera hasta 1949, ya que así tendrían una mayor calidad de vida. El que lo fuera a finales del siglo XIX, por ejemplo, comportó la ventaja de que, hasta la actualidad, el Jardín Histórico de “El Capricho” haya mantenido todo el esplendor que le imprimiera la Duquesa de Osuna en su creación.

Artículo realizado tras la siguiente lectura: Oscar da Rocha Aranda: Una descripción inédita de la Alameda de Osuna (con motivo del concurso municipal para instalar los nuevos Asilos de San Bernardino); Madrid. Revista de arte, geografía e historia, núm. 7. Año 2005; pp. 117-140