Fotografía aérea del municipio de Barajas (1928) |
Barajas, tras el traslado de la capital del reino desde Toledo a Madrid en 1561, y debido a las necesidades de abastecimiento de pan y harina que demandaba su correspondiente incremento poblacional, se fue convirtiendo en el referente económico y social en la ribera del Jarama. Esto posibilitó un crecimiento urbano que se desarrolló durante los siglos XVI y XVII, época durante la que la Villa de Barajas alcanzó su máximo esplendor.
La nueva planificación urbana y la arquitectura que la acompañaban hicieron palpable el contraste entre las formas de vida provenientes del Medievo que se daban en las zonas rurales de Castilla y la nueva cultura urbana de claro influjo renacentista implantada con el reinado de Felipe II. Algunos de las construcciones de la familia Zapata en Barajas no han podido llegar hasta nosotros, como lo fueron los dos palacios, el hospital de San Julián o el convento de Nuestra Señora de la Concepción de Franciscanos, pero sí podemos disfrutar de la Plaza Mayor, de la Iglesia de San Pedro Apóstol y de la Ermita de Nuestra Señora de la Soledad.
El urbanismo de Felipe II. La plazas mayores
Si con Carlos I, quien se encuentra en las ciudades castellanas una tipología propia del Medievo, se realizan ciertas mejoras arquitectónicas, es con su sucesor en el trono, Felipe II, cuando aquellas ven transformada su morfología de una forma ostensible. Cambio en los que domina el espíritu de lo racional y de la unidad urbana, así como la comunión de lo práctico y lo estético, resultado del mantenimiento de tradiciones medievales junto a gustos modernos y funcionales.
Una de las mayores innovaciones arquitectónicas implantadas por Felipe II fue la de la plaza rectangular concebida arquitectónicamente como una unidad urbana, con sus cuatro lados bordeados por soportales y edificios del mismo estilo, de idéntica altura y simétrica disposición en huecos y volúmenes. Esta nueva tipología de plazas se extiende por Castilla y Aragón principalmente, desconociéndose, a excepción de Toledo, en la mitad sur de la península. Ejemplos significativos de tales plazas los encontramos en Valladolid, Madrid o Toledo.
La necesidad de la plaza mayor surge, entre otras razones, por el deseo de organizar diversiones y espectáculos dentro de la ciudad; para presenciar éstos se utilizan los balcones de las casas que la rodean, alquilados o a disposición del Concejo. Por otra parte, el crecimiento de la población impone la existencia de un espacio adecuado para el mercado. La plaza mayor sirvió de mercado, o surgió en el lugar donde éste antes existía. En la vida cotidiana era, además, el lugar de reunión de los vecinos. Por tanto, la plaza será centro cívico, comercial y de espectáculos religiosos y profanos.
Desarrollo urbano de la Villa de Barajas
La villa de Barajas no es extraña a estas modificaciones urbanísticas y con el impulso de la familia Zapata, que ostentaba el señorío de las tierras desde principios del siglo XV, se realiza una profunda remodelación del todavía medieval casco urbano. Así, de la misma forma que los poderosos personajes privados de la época, emulando en un nivel más modesto el nuevo urbanismo regio, promovieron nuevos conjuntos urbanos, la familia Zapata y, en especial, D. Francisco Zapata de Cisneros y Ossorio, nombrado Conde de Barajas por Felipe II en Octubre del 1572, emprende una transformación urbana del núcleo de la villa de Barajas.
Como otras muchas villas y aldeas castellanas, el núcleo principal de Barajas se constituye alrededor de la Iglesia de San Pedro de Antioquía, hoy San Pedro Apóstol, y se circunscribiría aproximadamente al perímetro delimitado por las actuales calles Empedrada, Poderosas, Géminis y Orión. En un lateral de la iglesia se abriría la plaza, que se cerraría con dos frontales en los que se ubicarían los edificios públicos, y que sería el aglutinador de toda la vida pública de la misma: reuniones vecinales, celebración de fiestas y organización de mercados. El desarrollo urbano de la villa de Barajas se produce a partir de la construcción de una casa solariega, que tendría la condición de palacio, que cerraba por el sur la antigua plaza de la villa. Es a partir de uno de los laterales de esta casa desde donde se planea la construcción de una gran plaza rectangular que supondría el epicentro del desarrollo urbano de la Villa de Barajas.
Si bien la Plaza Mayor de Barajas se proyecta a las afueras del antiguo núcleo medieval, el paso del tiempo ha hecho que el desarrollo del actual Casco Histórico de Barajas pivote sobre la misma. El crecimiento urbano posterior de éste, que fundamentalmente se realiza durante los siglos XVI y XVII para quedar estancado en la siguiente centuria, gravita sobre la existencia de la plaza. Así pues, ésta ha ocupado y, en la actualidad, ocupa un lugar central en el Casco Histórico de Barajas, no ya solo como referente urbanístico de entorno, sino como elemento que lo enriquece estéticamente y caracteriza.
La Plaza Mayor de Barajas (siglo XVI - XVII)
La Plaza Mayor de Barajas fue levantada en orden a un proyecto único, si bien la esquina suroriental, lindera con el camino de Rejas (actual calle Camarillas) tardó en construirse bastante más que el resto, según parece por situarse allí la parte trasera de un antiguo convento. El proceso de creación de la plaza debió iniciarse en el último cuarto del siglo XVI según apunta su paralelismo con el estilo arquitectónico de otras plazas castellanas del medievo como lo eran las de Pedraza o Briviesca, si bien, a diferencia de éstas, su conformación respondió a un trazado geométrico (rectangular) propio del nuevo urbanismo.
Fachada porticada de la Plaza Mayor de Barajas |
Debido al neto carácter comercial del señorío de Barajas, en cuanto uno de los principales puntos de suministro de cereal para la Villa de Madrid, es posible que la plaza de proyectase para las tareas de mercado, en clara consonancia con otras anteriores del bajo medievo castellano creadas para favorecer los cada vez más frecuentes intercambios comerciales. Pero también, y paralelamente al uso variado de las plazas mayores de España, es evidente que, al estar ubicado en ella uno de los palacios principales de la familia, la plaza se convertiría en muchas ocasiones en un espacio de recepción, fiestas y celebraciones.
La Plaza Mayor de Barajas puede considerarse un hito puente entre las plazas mayores del bajo medievo y las proyectadas a partir de la segunda mitad del XVI, tras la implantación del urbanismo filipino. Recoge de las primeras la sencilla fisonomía de dos alturas de los edificios que la encuadran, siendo particularmente parecidos a los porticados de la Plaza Mayor de Pedraza. Asimismo, habiéndose generado a partir de un proyecto único, es clara la influencia recibida de la Plaza Mayor de Valladolid (1561), cabeza de las plazas mayores españolas. Al margen de las diferencias edificatorias con ésta, en la Plaza Mayor de Barajas también resaltan en sus pórticos las columnas cilíndricas y los dinteles de madera, elementos éstos que desaparecerían en las plazas del siglo posterior.
Iglesia de San Pedro Apóstol (siglo XVI - XVII)
Torre de la Iglesia de San Pedro Apóstol |
La Iglesia fue inaugurada por Don Francisco Zapata y Cisneros, quien se convertiría a la postre en el I Conde de Barajas, a mediados del siglo XVI. Fue el lugar de sepultura de destacados miembros de la familia, como Don Gómez Zapata, Jerónimo Zapata o la mujer del mencionado Don Francisco, Doña María de Mendoza.
En cuanto a las intervenciones singulares en el templo cabe destacar la correspondiente al levantamiento de la torre, uno de los hitos paisajísticos más emblemáticos del actual Casco Histórico de Barajas. Fue construida por mandato de Don Diego de Mendoza, II Conde de Barajas, en 1613 (dos años después el templo fue elevado a la categoría de colegiata), siendo los maestros de obra Gaspar Prieto y Juan Martínez. Sin embargo, y según consta en los documentos históricos, un rayo caído el 20 de Septiembre de 1662 destruyó gran parte del edificio hasta tal punto de inutilizarlo para la vida práctica por el evidente riesgo de derrumbe total.
El edificio que ha llegado hasta nosotros se presenta ya muy reformado respecto al que se inaugurara en el siglo XVI; no sólo se procedería a la apuntada reforma en la segunda mitad del siguiente siglo, sino que también hay constancia de otra por su mal estado a mediados del siglo XIX. La Iglesia de San Pedro Apóstol conserva en esencia, no obstante, la idea originaria de la vio nacer pues presenta unas proporciones regulares y una construcción con ladrillo y mampostería, materiales que revelan la pobreza originaria de este territorio. A los pies de la nave, junto a la puerta principal, se erige la gran torre de cinco cuerpos, levantada como hito referencial a la escala de la población más que a la del propio templo. El interior es de tres naves separadas por pilares y arcos de medio punto según el esquema mudéjar castellano tradicional. Las cubiertas son, plana en la nave central y a un agua en la laterales, mientras en los brazos del crucero, en la sacristía y en la capilla bautismal una solución de bóvedas de cañón. Completa el interior un coro alto a los pies y una sacristía de factura mucho más reciente.
La Ermita de Nuestra Señora de la Soledad (siglo XVII)
La Ermita de Nuestra Señora de la Soledad es fiel representante de la extensa red de capillas, ermitas y humilladeros que salpicaban Castilla en los siglos XVII y XVIII. Esta red ha ido desapareciendo progresivamente debido al incremento poblacional de los municipios donde los edificios se hallaban enclavados, siendo extraño, y por razones singulares, la pervivencia de alguno de ellos en la actualidad. En la época en la que fue construida, siglo XVII, la Ermita contrastaba con el carácter urbano que la Plaza Mayor de Barajas y otras construcciones de la villa, como la Iglesia de San Pedro, de un marcado carácter renacentista importado desde Italia, constituyendo un claro ejemplo de la dicotomía entre las antiguas costumbres rurales, arraigadas en el medievo, y la modernidad que se dio en Castilla a partir de finales del XVI.
Ermita de Nuestra Señora de la Soledad |
Asimismo, la Ermita alberga un bello retablo barroco paradigmático del estilo madrileño de la segunda mitad del XVII y primeras décadas del XVIII. Consta de un zócalo con dos puertas laterales, un banco y un cuerpo principal dividido en tres calles, rematado con un ático en forma de cascarón que se eleva hasta el arranque de la cúpula. La forma del retablo, por estar la calle principal más hundida que las laterales, es curva, y está enmarcada entre dos columnas centrales, las de la calle principal, y otras dos externas, que hacen lo propio con sus respectivas calle laterales. Cada calle contiene una hornacina con esculturas de busto redondo: la Virgen de la Soledad, en la central, y las de Jesús Nazareno y Santa Rita de Casia, en las laterales.
FUENTES
- Canosa Zamora, Elia: Historia de Barajas. Madrid, 2006
- Fernández García, Antonio (dir.): Historia de Madrid; Madrid, 1993
- Izquierdo Álvarez, Sara: Felipe II y el urbanismo. Anales de Geografía de la Universidad Complutense, nY 13, 81-107- Ed. Comp., Madrid, 1993; pp. 81-107
- Marín Tovar, Cristóbal, Intervenciones de la familia Zapata en la Villa de Barajas. Anales del Instituto de Estudios Madrileños (Madrid), LI (2011), págs. 41-56.
- VV.AA: Arquitectura de Madrid. Fundación COAM. Madrid, 2007
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