jueves, 3 de noviembre de 2011

El Motocine Barajas

Planta del Motocine Barajas (Arquitectura, nov 1959)
El 7 de diciembre de 1959 tuvo lugar la última sesión cinematográfica del Motocine Barajas. Durante los escasos ocho meses en que se mantuvo abierto cosechó auténticos llenos para ver películas como La Pícara Edad, Jubal, Cenizas Bajo el Sol o El Zorro de los Océanos. Sin embargo, el proyecto chocó con las las instituciones políticas de su tiempo que no tardaron en tacharlo de inmoral al ser potencialmente un lugar idóneo para comportamientos “indecorosos” al resguardo de la oscuridad de la noche y las capotas de los coches. El recinto sería utilizado durante la década de los sesenta para otras, ya escasas, actividades relacionadas con la industria de la automoción para caer, por fin, a partir de la siguiente en el más completo olvido y degradación que darían pie al actual desarrollo urbano que se levanta a ambos lados de la calle Obenque. 

El proyecto de construcción del que fuera único motocine, o autocine, de España tiene su germen a principios de los años 50, década en la que España, por la firma de los acuerdos bilaterales con Estados Unidos en 1953, el tardío Plan Marshall, y su entrada en la ONU en 1955, vislumbró por primera vez desde el final de la Guerra Civil el final de su aislamiento internacional. Severino Bello Lasierra, un ingeniero de caminos que había probado por sí mismo las bondades de los drive in estadounidenses, más de cinco mil a mediados de los 50 en aquel país, atisbó el posible éxito de un recinto de similares características en un país que empezaba a imbuirse rápidamente de la cultura americana y a resurgir económicamente tras una posguerra de muchas privaciones. La presencia de soldados americanos en Torrejón y el aumento del parque móvil en una ciudad como Madrid parecían augurar el éxito.

Una empresa de tal importancia no culminaría de un día para otro. Severino Bello se asoció con su propio hermano, Fernando Chueca, a la postre el arquitecto que diseñó el motocine, Antonio Garrigues, abogado, y Walter Whitawer, arquitecto americano responsable del diseño de varios autocines en su país. Cinco o seis años después de la idea inicial, la cual no está fechada, el jueves 17 de abril de 1959 tenía lugar la inauguración oficial del Motocine Barajas, como así quedó bautizado. El periódico ABC del día siguiente reseñaba el evento en su sección de espectáculos, donde se añadía que el mismo contó con la presencia figuras públicas muy cercanas al régimen franquista como la actriz Niní Montián y el torero Luis Miguel Dominguín. 

Explanda de proyección.

Según el artículo titulado "Motocine" aparecido en noviembre de 1959 en la revista Arquitectura, firmado por Fernando Chueca y Severino Bello, se justifica la idoneidad del emplazamiento del este recinto en Madrid debido la ya importante parque móvil de la capital y a la climatología de la misma. El Motocine Barajas competía en Europa con el construido en Roma si bien, según se reseña, los avances tecnológicos del madrileño le hacían muy superior en prestaciones al italiano. Entre ellos estaba la gran pantalla curva, cuyas dimensiones eran de 15 metros de altura por 40 de anchura y el aparato proyector que tenía la virtualidad de lanzar las imágenes con toda calidad a más de cien metros. Son de reseñar, asimismo, los altavoces para la audición de la película desde el coche; el sonido se podía regular a voluntad y ofrecían la posibilidad, con el pensamientos puesto en los muchos clientes venidos de la base de Torrejón, de escuchar la película en su versión original con tan solo mover una palanca. 

Pasquín publicitario del Motocine Barajas
El acceso a la explanada de proyección se realizaba desde el punto en el que confluían la, por aquel entonces denominada, autopista de Barajas y el ramal de entrada al aeropuerto, en lo que en la actualidad es el final de la calle Pinos de Osuna. La salida de motocine se realizaba por dos puntos que daban a lo que hoy es la carretera de servicio de la A-II. El Motocine Barajas, donde se dio mucha importancia a la jardinería para hacer la estancia más agradable a los clientes, se extendía sobre 40.000 metros cuadrados y tenía una capacidad para albergar 700 coches colocados en 13 filas que se abrían radialmente desde el vértice, lugar donde estaba la pantalla, a intervalos de 12 metros. La separación entre los coches era de tres metros. Se solucionó el problema de la visión de la pantalla con una nivelación gradual del terreno en ascenso hacia la pantalla que, asimismo, era completada por la existencia de una pequeña rampa en cada fila para que los coches pudieran tener su parte delantera levantada. Existía un graderío en la parte frontal de la pantalla en el que los clientes que asistieran con motocicleta, una vez aparcada esta en un lugar acondicionado al efecto, pudieran ver el pase de las películas.

(Articulo realizado a partir de Motocine Barajas, sueño truncado de modernidad, de Enrique Armendáriz; rev. Ilustración de Madrid, nº 18)