La villa romana de El Rasillo durante una de las excavaciones arqueológicas |
En su origen, las villae romanas se conciben con una clara función económica. Su implantación obedece a una serie de elementos determinantes enfocados siempre hacia el desarrollo de la misma; la búsqueda de tierras propicias para la agricultura hace que el relieve, el clima, el suelo y la proximidad de agua sean factores que repercutan decisivamente en su creación. Como consecuencia de la implantación del sistema de villae en la Península Ibérica se produjeron transformaciones económicas impulsadas por el desarrollo de la tecnología. De esta forma, se propició la creación y mejora de los entramados de caminos, el desarrollo de nuevas técnicas agrícolas y la creación de obras hidráulicas. El paisaje rural de lo que hoy es la Comunidad de Madrid durante los siglos I y V d.C. estaba fundamentado en la existencia de un puñado de ricas villae que funcionaban como centros económico-sociales del territorio que las circundaba. La gran cantidad de yacimientos de pequeñas dimensiones de los siglos I y II se corresponde con la mayor atomización de los núcleos económicos, mientras que los encontrados del periodo comprendido entre los siglos IV y V, correspondientes a un proceso general de latifundización, se corresponden con complejos de una importancia mayor.
Tal parece ser el caso de la villa romana de El Rasillo: según los estudios arqueológicos a los que se procedió en ella y en yacimientos satélites, ésta se constituyó como el epicentro económico de vega del Jarama, por aquel entonces suburbio agrícola de la importante ciudad de Complutum (Alcalá de Henares). La villa está situada 2 km. al norte de la vía que unía esta ciudad con Emerita Augusta (Mérida) y se sospecha fundadamente la existencia de un ramal que, discurriendo paralelo a la ribera del Jarama, remontaría su curso hasta las actuales localidades de Torrelaguna y Talamanca, donde se han encontrado importantes restos romanos. En definitiva, la vega del Jarama se erige como una de las cuatro zonas de la región de Madrid que, por las condiciones ambientales, presentan mayor índice de poblamiento romano de tipo villa; junto a la de El Rasillo podemos encontrar las de San Martín de la Vega y el complejo teodosiano de Valdetorres del Jarama, lo que nos habla de la importancia económica de la zona entre los siglos I y V.
Los trabajos arqueológicos desarrollados, el realizado en 1998 por Miguel Rodríguez Cifuentes y los posteriores, a cargo de diversos equipos, fechadas entre 2002 y 2003 en este yacimiento y otros satélites, nos dan una idea de la morfología que en su tiempo tuvo la villa de El Rasillo. Su arquitectura se configura en torno a un gran patio central, con las estancias más nobles situadas al este (cerca del río o en la antigua playa fluvial) y las dependencias agrícolas o la parte rústica al oeste. Las casas parcialmente descubiertas cierran la esquina sudeste de este gran patio. Estas construcciones se alzan sobre zócalos de cantos rodados trabados con arcilla, sin zanja de cimentación salvo en los puntos en los que la obra se superpone a otras fosas más antiguas. Tuvieron presumiblemente alzados de adobe, suelo de tierra pisada y sus cubiertas eran de teja curva. Cada una de ellas dispone de una gran habitación rectangular de unos 38 m2 (8,2 por 4,5 m) a la que se adosan otros dos ambientes menores. Un gran hogar o cocina se dispone en el centro de la habitación principal, y al menos otro de los ambientes anejos contaría con un hogar más pequeño.
Las investigaciones arqueológicas en la zona no sólo se han centrado en la estructura de asentamiento sino que, a partir del estudio de los enseres descubiertos, se han podido llegar a ciertas conclusiones acerca de la concreta realidad histórica de la villa en el periodo tardoromano (siglo V d.C.). Tal estudio muestra como varios de estos instrumentos (uso agropecuario, herramientas de carpintería, instrumentos de pesar,…), todos ellos metálicos, fueron deliberadamente ocultados, reflejando el abandono del hogar de una familia (que se pensó temporal y fue a la postre definitivo) a inicios del siglo V. Tal hecho se repite de forma asimilar en la misma época en otras villae hispanas: Torrecilla (Getafe), Uxama (Soria), Fuentespreadas (Zamora) y Las Ermitas (Álava). Este curioso fenómeno queda encuadrado, según los historiadores, en el profundo impacto que las invasiones del norte de Europa produjeron en la sociedad tardorromana.
La villa de El Rasillo fue descubierta en Junio de 1997 durante los trabajos previos para la ampliación del Aeropuerto de Barajas, cuando los expertos auscultaban una franja de terreno de 2 km. entre el arroyo de Valdebebas y el río Jarama. Según la Dirección General de Patrimonio, el hallazgo fue calificado como muy importante. La decisión del Ministerio de Fomento de no acometer, por razones medio ambientales, la construcción de la quinta pista, imposibilitó el conocimiento completo de la villa, el cual hubiera sido posible a través del presupuesto destinado para construir aquélla. El estudio completo de la villa quedó fuera de los planes de la Dirección de Patrimonio de la Comunidad de Madrid debido al exiguo presupuesto manejado.