
Y dentro de esas competencias, una de las quizá menos conocidas es la rehabilitación del patrimonio histórico; es decir, la recuperación de edificios emblemáticos de las ciudades y pueblos que necesitan una intervención para devolverles su uso original o para dotarles de una nueva vida al servicio de los ciudadanos. Cada uno de nosotros tiene guardado en la memoria y en el corazón el recuerdo de un cine, un teatro, una casa, una plaza, quizás una calle, a los que asociamos un momento de nuestra vida que fue importante para nosotros, quizá porque fuimos felices en ellos, quizá porque sufrimos…Yo lo llamo “la memoria emocional” de la gente, tan ligada a su paisaje urbano. A lo largo de mis años de servicio desde el Gobierno, he tenido el privilegio de compartir la emoción de muchas personas al recobrar ese edificio tan querido, cerrado, en muchas ocasiones, durante décadas, y que habían visto deteriorarse año tras año hasta casi perder la esperanza de recuperarlo.