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La villa romana de El Rasillo durante una de las excavaciones arqueológicas |
En su origen, las villae romanas se conciben con una clara función económica. Su implantación obedece a una serie de elementos determinantes enfocados siempre hacia el desarrollo de la misma; la búsqueda de tierras propicias para la agricultura hace que el relieve, el clima, el suelo y la proximidad de agua sean factores que repercutan decisivamente en su creación. Como consecuencia de la implantación del sistema de villae en la Península Ibérica se produjeron transformaciones económicas impulsadas por el desarrollo de la tecnología. De esta forma, se propició la creación y mejora de los entramados de caminos, el desarrollo de nuevas técnicas agrícolas y la creación de obras hidráulicas. El paisaje rural de lo que hoy es la Comunidad de Madrid durante los siglos I y V d.C. estaba fundamentado en la existencia de un puñado de ricas villae que funcionaban como centros económico-sociales del territorio que las circundaba. La gran cantidad de yacimientos de pequeñas dimensiones de los siglos I y II se corresponde con la mayor atomización de los núcleos económicos, mientras que los encontrados del periodo comprendido entre los siglos IV y V, correspondientes a un proceso general de latifundización, se corresponden con complejos de una importancia mayor.